Así fue como Ada Lovelace ayudó a crear la informática cuando nadie más vio el potencial real que tenía la máquina de Babbage
Inteligente, ambiciosa, apasionada, curiosa, seductora, controvertida… Son solo algunos de los adjetivos que pueden ayudarnos a intuir cómo fue Ada Lovelace durante su corta, y, aun así, prolífica vida. Nació en Londres un 10 de diciembre de 1815, en el seno de una familia acomodada y en una época en la que las mujeres debían superar numerosas barreras para formarse y muros casi infranqueables para hacerse un hueco en el ámbito académico.
La figura de Ada adquirió relevancia a mediados del siglo pasado, cien años después de su muerte, debido a que varios investigadores descubrieron su trabajo y un conjunto de aportaciones que décadas más tarde resultaron muy valiosas para el desarrollo de la informática y la programación. La vida de esta visionaria es interesantísima, tanto que ha dado mucho que hablar durante las últimas décadas por las dudas que genera su obra. Hay quien, incluso, pone en tela de juicio que su trabajo sea realmente pionero, pero hay mucho que contar antes de llegar ahí.
Una juventud marcada por los estímulos intelectuales
Ada Lovelace fue la hija del poeta inglés George Gordon Byron, que ha pasado a la posteridad como Lord Byron, y la matemática y escritora Anna Isabella Noel Byron, conocida habitualmente como Annabella. El matrimonio de sus padres fracasó, al parecer, debido a las infidelidades de él y a los apuros económicos, lo que llevó a la madre de Ada a huir con su hija del domicilio familiar poco después de su nacimiento.
Annabella tenía un enorme apetito intelectual. Nació en el seno de una familia noble y recibió una formación muy estricta en matemáticas, filosofía, ciencia, literatura y astronomía, un conocimiento que utilizó principalmente para defender causas sociales y luchar a favor de la abolición de la esclavitud. Este caldo de cultivo provocó que optase por dar a su hija una educación al menos tan sólida como la que ella misma había recibido.
Lady Byron supo qué debía hacer para estimular la curiosidad y las ganas de aprender que desde muy pequeña tuvo la pequeña Ada
Cuando Ada cumplió cuatro años Annabella encontró la forma de estimular su curiosidad y alimentar sus ganas de aprender poniendo a su alcance lecturas interesantes (aprendió a leer muy pronto) y permitiendo que la niña se relacionase con algunos de los intelectuales de la época, que solían frecuentar la casa de Lady Byron (Annabella mantuvo el apellido de su marido durante toda su vida).
Además de recibir una formación estricta y ambiciosa en múltiples materias, Ada pudo codearse desde su niñez con artistas, escritores y matemáticos que formaban parte del círculo de amistades de su madre. De hecho, la sólida formación en matemáticas que había recibido Annabella durante su juventud propició que Ada siguiese sus mismos pasos, aunque sus estudios en ocasiones se vieron truncados debido a una salud muy débil que la acompañó durante toda su vida.
La primera profesora de matemáticas de Ada fue Mary Somerville, una científica de origen escocés que ejerció durante años como su tutora y cuya amistad ambas cultivaron durante toda la vida de Ada. Al igual que Annabella, Mary supo incentivar las ganas de aprender de la pequeña Ada, que alcanzó una formación científica y humanística muy sólida durante su juventud. Pero este solo fue el primer peldaño en una trayectoria que no había hecho más que empezar.
Babbage, King, Somerville y De Morgan supieron instigar la inteligencia de Ada
Cuando nuestra protagonista alcanzó la mayoría de edad comenzó a asistir a los eventos organizados por la alta sociedad londinense con el objetivo de dar un paso más y tener la oportunidad de codearse con la élite intelectual británica. En una de estas fiestas, precisamente, conoció a Charles Babbage, un matemático británico que ya entonces era popular por estar enfrascado en el diseño de una máquina analítica que fuese capaz de realizar de forma automática cualquier tipo de cálculo.
La gran amistad que tuvieron durante muchos años Ada y Charles Babbage se cimentó sobre su pasión común por las matemáticas
Su pasión común por las matemáticas y la mecánica fue el acicate perfecto para que Ada y Babbage cimentasen una profunda amistad que, como veremos un poco más adelante, tuvo un impacto enorme en el trabajo de ambos. En cualquier caso, Charles Babbage no era el único intelectual relevante con el que Ada mantenía un vínculo estrecho a principios de los años 30 del siglo XIX. En esa época también recibía clases de matemáticas de William King, un profesor muy reputado al que Lady Byron había pedido que se responsabilizase no solo de la formación científica de su hija, sino también de sus preceptos éticos.
Durante los años en los que recibió las clases de King, Ada descubrió que su auténtica vocación eran las matemáticas. Tenía la inteligencia, la terquedad y la imaginación necesarias para brillar en esta disciplina, una semilla en la que también jugó un rol muy importante Mary Somerville, la científica que le había enseñado matemáticas años antes y con la que aún mantenía una relación estrecha de amistad.
En julio de 1835 Ada se casó con Lord William King-Noel, un aristócrata al que había conocido a principios de ese mismo año, y con el que durante los cuatro años siguientes tuvo tres hijos. Dos años después de su boda, Lord King recibió el título de Conde de Lovelace, lo que motivó que Ada decidiese utilizar el apellido Lovelace por el que ha pasado a la posteridad.
Ada fue feliz durante sus primeros años de matrimonio, pero paulatinamente fue siendo consciente de que su compromiso con William y la maternidad le habían ido alejando poco a poco de la que era su auténtica pasión. Estos pensamientos le animaron a retomar sus estudios de matemáticas, pero Ada se dio cuenta de que si quería progresar debía encontrar un nuevo tutor que le ayudase a seguir avanzando.
Su madre, Lady Byron, no tardó en dar con el mentor idóneo, Augustus De Morgan, un matemático británico que daba clases en el University College de Londres y que ya entonces había realizado contribuciones valiosas a esta disciplina. De Morgan ayudó a Ada a mejorar notablemente sus conocimientos matemáticos, pero su curiosidad y su apetito insaciable entraron en conflicto con las férreas creencias que tenía su instructor acerca del papel que debía desempeñar la mujer en la sociedad británica del siglo XIX. Ada hacía demasiadas preguntas para la mentalidad de De Morgan.
Al parecer, Ada nunca fue consciente de los prejuicios de su mentor porque este se los hacía llegar directamente a Lady Byron y al Conde de Lovelace. Afortunadamente, estos dos últimos fueron hábiles. No dijeron nada a Ada con el propósito de que continuase avanzando en sus estudios. En esa época Ada mantenía una relación epistolar muy intensa con Mary Somerville, su antigua amiga y profesora de matemáticas, que le ayudaba a sobrellevar con más ánimo las cargas familiares.
Llegan sus aportaciones a la máquina analítica de Babbage
La máquina diferencial, o analítica dada su vocación de propósito general, en la que Charles Babbage estaba trabajando tenía como objetivo llevar a cabo cualquier tipo de cálculo mediante una programación previa. Su diseño estaba inspirado en el telar de Joseph Marie Jacquard, un comerciante francés que en 1801 diseñó y construyó un dispositivo que podía ser programado utilizando tarjetas perforadas y que era capaz de tejer un patrón repetitivo de forma automática.
A principios de la década de los años 40 Babbage estaba preocupado porque su proyecto se había estancado. Durante los últimos años había visitado con regularidad a Ada Lovelace y su marido, con los que mantenía una relación de amistad. Ada era plenamente consciente de las dificultades por las que atravesaba Babbage, así que, dado su interés en las matemáticas y la mecánica, que, al fin y al cabo, era lo que los había unido, le propuso colaborar con él. Y el matemático aceptó.
El primer trabajo que llevó a cabo Ada cuando comenzó su colaboración con Charles Babbage fue la traducción del artículo dedicado a la máquina analítica que había escrito Luigi Federico Menabrea, un científico italiano que, al igual que Ada, estaba muy interesado en el proyecto de Babbage. Pero no se limitó a traducirlo. Animada por el propio Babbage, Ada comenzó a trabajar en un apéndice, al que llamó Notas, que no era otra cosa que un estudio acerca del funcionamiento y la programación de la máquina analítica que acabó teniendo una extensión mayor que la propia traducción.
La primera programadora de la historia
A diferencia de Babbage, Ada se percató de que merecía la pena hacer una distinción clara entre el procesamiento y los datos. La visión que tenía Babbage le llevaba a preocuparse por el diseño y los principios de funcionamiento de su máquina, pero no por sus posibles aplicaciones prácticas. Ada, en cambio, se dio cuenta de que separando claramente los datos del procedimiento utilizado para manipularlos podría encontrar la manera de diseñar un método aplicable a cualquier tarea que requiriese tratar datos de forma sistemática. Había dado con la noción de algoritmo.
Ada desarrolló todas sus ideas acerca del funcionamiento de la máquina analítica y de sus procedimientos en sus Notas. El lenguaje que utilizó es muy técnico y riguroso, pero lo más importante es, probablemente, la manera en que consiguió abstraerse de las particularidades que describían el funcionamiento de la máquina propuesta por Babbage para elaborar procedimientos generales que permitían llevar a cabo lo que ella llamaba «la ciencia de las operaciones», que no es sino una manera primigenia de definir la informática.
Para facilitar la comprensión de su estudio, Ada decidió clasificar sus Notas utilizando varias secciones identificadas por una letra de la A a la G. Esta última describe con absoluta precisión un procedimiento que en teoría indicaba a la máquina analítica qué cálculos debía llevar a cabo para obtener los números de Bernoulli. Estos valores forman una sucesión de números racionales muy importante en una rama de las matemáticas conocida como Teoría de números y especializada en el estudio de las características de los propios números.
Babbage nunca consiguió terminar su máquina analítica. Y, por esta razón, no sabemos si el procedimiento de Ada hubiese funcionado correctamente en la implementación propuesta por su compañero de investigación. Lo que sí sabemos es que muchos investigadores, aunque no todos, consideran que el algoritmo que describió en el capítulo G de sus Notas para calcular los números de Bernoulli debe ser considerado el primer programa informático de la historia. Y que Ada merece ser calificada como la primera programadora.
La polémica en torno a su trabajo y el legado de Ada
Dos de los investigadores que avalan la relevancia que tuvo el estudio elaborado por Ada para dar el salto de la máquina de cálculo propuesta inicialmente por Babbage a una máquina de cómputo capaz de llevar a cabo procedimientos de propósito general son el historiador Doron Swade y la profesora de informática en Oxford Ursula Martin. Esta última destaca especialmente la habilidad de Ada a la hora de establecer los principios abstractos de la computación.
Más allá de la discusión acerca de si Ada Lovelace fue o no la primera programadora de la historia reside su capacidad de percibir las aplicaciones prácticas de la máquina analítica de Charles Babbage
Sin embargo, no todo son parabienes hacia Ada Lovelace. Algunos investigadores, como Allan G. Bromley o Stephen Wolfram, ponen en tela de juicio que realmente ella deba ser considerada la primera programadora de la historia. Estos y otros investigadores creen que Babbage había escrito varios programas para su máquina analítica años antes de que Ada los incluyese en sus Notas, por lo que defienden que es él quien debe ser considerado el primer programador conocido.
Dejando a un lado esta discusión, en lo que parece que buena parte de los investigadores está de acuerdo es en el hecho de que Ada Lovelace percibió algo que a Babbage se le escapó: el potencial que tenía la máquina analítica como herramienta de cómputo de propósito general, y no solo como una máquina de cálculo capaz de trabajar con valores numéricos. Ada vio con claridad la capacidad de abstracción que les ofrecía este dispositivo y sus posibles aplicaciones prácticas.
Quizás lo más razonable sea contemplar el trabajo de Babbage y Lovelace como un todo y apreciar las contribuciones que hicieron juntos, más allá de a quien corresponde cada una de las ideas que nos han legado. Desafortunadamente, Ada tuvo una vida muy corta. Murió a causa de un cáncer de útero en 1852, cuando tenía solo 36 años. Quién sabe en qué otros proyectos se habría embarcado de haber tenido la más mínima oportunidad.
Un último apunte interesante: en 1980 el Departamento de Defensa de Estados Unidos decidió llamar Ada, por supuesto, en honor de Ada Lovelace, al lenguaje de programación orientado a objetos que encargó al ingeniero francés Jean Ichbiah. No es el único reconocimiento que ha recibido Ada durante las últimas décadas, pero sí uno de los más relevantes. Quizás en el futuro llegue alguno más…
Más información | Wikipedia | The New York Times | José Luis Calvo
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La noticia Así fue como Ada Lovelace ayudó a crear la informática cuando nadie más vio el potencial real que tenía la máquina de Babbage fue publicada originalmente en Xataka por Juan Carlos López .
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