Una simple lata de refresco llena de la toxina que quita las arrugas faciales sería capaz de eliminar a la humanidad

La marca comercial más conocida para eliminar las arrugas de la cara basado en la toxina botulinica, empleado por las estrellas de Hollywood y por la vecina del quinto, es Botox. La capacidad que posee la toxina botulínica para producir parálisis muscular disimula las arrugas, y por tanto es un excelente tratamiento cosmético, aunque convierte las caras en algo así como máscaras aristofánicas. La actriz Nicole Kidman, por ejemplo, tuvo que abandonar las inyecciones de botox: “Por fin puedo mover mi cara de nuevo”.


La aplicación de la toxina botulínica en medicina comienza en 1973 de la mano del doctor Alan Scott en el tratamiento del estrabismo, y desde entonces sus aplicaciones médicas no han dejado de crecer: sudoración excesiva de las axilas, distonica cervical (contracciones severas en cuello y hombros con su correspondiente dolor y molestia), blefarospasmo (parpadeo sin control) e incluso migrañas. Hoy, la toxina se comercializa en más de 60 países, en los que se utiliza contra otras alteraciones neuromusculares, aparte de para las que está indicada. Más de 100.000 pacientes en todo el mundo han sido tratados con ella.


Sin embargo, esta misma neurotoxina, como arma química o biológica, es considerada extremadamente peligrosa y arma de destrucción masiva, prohibida por las Convenciones de Ginebra y la Convención sobre Armas Químicas. Y es que la toxina botulínica del tipo A es una proteína producida por una bacteria llamada Clostridium botulinum, que contiene la misma toxina que causa la casi siempre mortal enfermedad de la intoxicación alimentaria llamada botulismo.


Esta toxina se considera el veneno más potente que conocer el ser humano, hasta el punto de que, para matar a una persona, basta con un solo nanogramo de la misma (0,000001 mg/kg). Esto significa que 470 g de toxina serían suficientes para matar a más de 6.000 millones de personas. Incluso en algunas fuentes, la dosis letal de la toxina botulínica podría ser aún menor (0,1 ng/kg): en ese caso, tres cucharadas sería suficiente para eliminar a la especie humana. Esta dosis letal varía si la toxina llega al cuerpo por vía respiratoria, digestiva o intravenosa.


La inyección de Botox no produce este efecto porque se usa una variante por vía subcutánea. Hay siete tipos de toxina botulínica, serológicamente diferentes, designadas con las siete primeras letras del alfabeto, de la A a la G. Las preparaciones comerciales de toxina botulínica contienen la proteína purificada. Para obtenerla, se coloca a C. botulinum en un medio nutritivo donde se multiplica durante unos días hasta que el alimento se agota y las bacterias mueren. A continuación, se aisla el veneno, se deseca, y el polvo resultante se almacena en viales pequeños. Durante el proceso de purificación, se hacen repetidas mediciones de la potencia de la toxina para comprobar que sea segura y eficaz.


Así que podéis estar tranquilos: el veneno más letal que conocemos es lo suficientemente seguro cuando se vende en farmacias.


Se define veneno como una sustancia que, incluso en pequeñas dosis, provoca daños por acción bioquímica. En EEUU, la definición legal de veneno es una sustancia que resulta letal en una dosis de un máximo de 50 miligramos por kg de peso. Por ejemplo, en un hombre adulto de 70 kg, la dosis letal sería de menos de 3,5 gramos. Aproximadamente tres cuartas partes de una cucharilla.


Si echamos un vistazo al reino animal, el animal más venenoso del mundo es, según Joel Levy en 100 analogías científicas, la avispa de mar australiana, o cubomedusa. Cada una contiene veneno suficiente como para matar a 60 seres humanos en sólo 4 minutos.


Más información | El Mundo








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